La alegoría busca representar una idea valiéndose de formas humanas, de animales u objetos cotidianos. En esta obra vemos una mujer con túnica blanca, sandalias y pelo recogido, a la moda griega, que sostiene una paleta en su mano izquierda, mientras con la derecha empapa un pincel en pintura. En la Grecia del siglo VII a.c Kora, hija del artesano Butades de Sición, quedó enamorada de un joven corintio que pronto marcharía a la guerra, pero antes de su despedida estando su amado dormido y viendo como la luz de una vela proyectaba su silueta en la pared, Kora tomó un carboncillo y dibujo ese perfil, para no olvidar la imagen de su enamorado. El mito de Kora u otras leyendas como el duelo de Zeuxis y Parrasio, atribuyen el origen de la pintura a la necesidad de simular la realidad.

Castell Domenech estuvo becado por la Diputación de Castellón para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia (1893), la de San Fernando de Madrid (1895) y la de Roma (1901), y completa la pensión de la que disfrutaba con el mecenazgo privado del hotelero Gaspar Cazador. Tras su amplia formación se instala de nuevo en su ciudad natal donde funda una academia en la que se forman los principales pintores castellonenses de la primera mitad del siglo XX como Juan Bautista Porcar.