Puerta del Agua
La obra es una alegoría y una reflexión sobre la importancia de una puerta, siempre superior a lo que existe detrás de ella. Todo pierde valor cuando se ve, con todo sucede lo mismo: desde el cuerpo deseado cuando finalmente nos permite acceso a él, hasta la misma muerte, cuando inevitablemente nos acercamos a ella. En ese momento, una vez traspasado el umbral, abierta la puerta de lo desconocido y cerrada tras nosotros, tenemos la amarga sensación de que todo está llegando a su fin. De que ese supuesto inicio es solamente el final.
Detrás de cada puerta existe un tesoro, tal vez la eternidad. Pero es mejor no entrar. Los templos de cualquier religión han sabido siempre mantener el misterio. En las catedrales góticas las puertas centrales, ornamentadas como verdaderos retablos y anunciadoras del más allá, apenas se abren. Esa paradoja de una puerta que nunca se abre y que detrás de ella está el más allá, la eternidad, lo desconocido, la muerte… ha generado en el autor una serie de puertas, agrupadas en series de cuatro, en la cual la Puerta del Agua de la Colección de Arte Cajamar es la pieza fundamental y eje de la colección.